La abuela Orosia, dueña de casa, siempre nos decía: -"Ojo con esa fuente, que no se rompa, pues un anticuario me ofreció 1.000 pts si se la vendía, así que valdrá mas". De esto hará muchos años. La empleábamos para hacer natilla en días de fiesta. El hermano de la abuela, Antonio, que murió en la guerra, junto con nueve jóvenes más de Lanuza, estudió en Francia, así que trajo algunas cosas de allí y que conservamos con cariño, entre ellas la fuente.
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