Cada vez que paso por este sitio se me ponen los pelos de punta de indignación y pena. Era época de caza, terminábamos de pasar el cruce de las Articas para coger la pista que va a Panticosa. Un paseo hasta Escuech, esa era la idea. Caminábamos charlando cuando de pronto me pareció oír un gemido. Me asomé por donde oía el débil lamento y ... ¡ Dios mío! Me duele recordarlo y no sé si seré capaz de describir lo que vimos. Tres perretes de caza habían sido atados con alambres, arrastrados por un coche y tirados por el terraplén en un agujero medio tapado por la vegetación. El que hizo la canallada creyó que estaban muertos, seguro. Aunque realmente lo estaban. Lo denunciamos a la Guardia Civil que indagaron durante mucho tiempo, pero sin resultados. De esto, igual hace ya cinco o seis años... pero los sigo viendo.
Yo estaba en Tarragona cuando atacaron la perrera de Reus y comprendo perfectamente lo que dices. Creo firmemente que una persona capaz de hacerle algo así a un animal se lo puede hacer igualmente a una persona, hace falta el mismo tipo de crueldad.
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