Había violetas por los rincones asomando con timidez, ellas tan delicadas, sintiendo el brusco roce de los artos que en el invierno les han servido de tejado, pero ahora desnudos y esqueléticos sólo tienen pinchos. El camino, húmedo aún, nos recibe acogedor y recordamos aquellos tiempos, más de treinta años, cuando nuestros hijos iban delante con las bicicletas y siempre temiendo a algún chucho suelto. Una vez, al ver tres perros que venían corriendo, se tiraron de las bicis y no pasó nada porque sus ángeles de la guarda estaban también allí, seguro!!
Teneis la suerte que ".....taitantos" años después, vuestros hijos están a vuestro lado demostrandoos su cariño, y compensandoos de todo lo que hicisteis por ellos.
ResponderEliminar¡¡QUE PASEIS UN BUEN DÍA!!! BESOS A TODOS
Muchas gracias amiga, muchísimas gracias, sólo siento que estemos tan lejos en kms, pero mira que cerca estamos por este alcorce. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarAy, Angelines, los hijos... A veces querer tanto duele tanto, pero si dejamos de querer entonces es como si nos hubiésemos muerto, ¿verdad? Un beso recién paseado por esos caminos...
ResponderEliminarEs verdad, Sir, es lo que más duele y a la vez lo que más cura. Mientras tengamos vida ... querremos a los hijos pase lo que pase.
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