
- ¡Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has herido!
A lo que respondió el espino:
- ¡Tu tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!
Moraleja:
Nunca pidas ayuda al que acostumbra a hacer el daño.
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