Yo me acuerdo muy bien cuando la preparábamos. Poníamos dos cucharadas de malte (cebada tostada) una de achicoria, dos de café y a continuación se escaldaba con agua hirviendo, se dejaba reposar mejor por la noche y así para desayunar ya estaban los posos en el fondo y salía el café limpio, sin necesidad de colarlo con la manga (colador de tela). Había quién se echaba una cucharilla de coñac en la taza porque, según decían, era bueno para el corazón ... !! A mi me gustaba ese café de puchero, me reconfortaba una buena taza bien caliente, al estilo de los países nórdicos, de esas que de paso te calientas las manos. Luego llegó la cafetera expres italiana que barrió a todas las demás y por más inventos que hay todos los días y que están en nuestra cocina, esa sigue siendo la mejor.
Mi madre era muy cafetera, lo tomaba cortado y con mucha azúcar. Yo heredé sólo una parte de esa afición, tomo una taza enorme por la mañana, cortado y sin azúcar (al peque también le gusta así). En mi casa siempe se hizo poniendo agua a hervir en un cazo (el mismo desde que recuerdo) y, junto en ese momento, se apagaba el fuego y se echaba el café junto con una cucharada de achicoria para darle fuerza. de repente subía la espuma hasta el borde y siempre parecía que iba a desbordarse, pero nunca pasaba. Se dejaba reposar un rato, y se colaba por la manga en la cafetera. Ahora tengo una cafetera eléctrica muy, muy sencilla, no me gustan las florituras para el café, y no descarto volver a la tradición cualquier día de estos, pero sin azúcar.
ResponderEliminarYo hago como tu madre, con azúcar, desde hace unos años es moreno, pero el café que no me lo quiten ni en broma, abundante y flojo pero natural.
ResponderEliminar(He quitado la verificación de la palabra, nunca me ha gustado ese tropezón)