Traer luz fue lo primero. Después pusimos tres bombillas en las esquinas para iluminar justo la fuente. Un año subimos Marcos y yo a pasar el puente de la Inmaculada. No había nadie en el pueblo. Teníamos a Remo y al sacarlo por la noche es cuando me dí cuenta de la soledad en la que estábamos ... En cuanto se hizo de día ya pasaba la gente, era otra cosa ... pero por la noche las tres bombillas y el silencio se aliaban para representar escenas de suspense, no llegaba a ser miedo. Mejor en casa con la puerta cerrada porque la luna nos miraba muy seria.
Por entonces puse velas en cada habitación porque eran frecuentes los cortes de luz y no las he quitado, allí siguen. En la cocina tengo la palmatoria de mi abuela. Es de porcelana y con los golpes le han ido saliendo "flores" pero cuando la cojo en mis manos me transmite el recuerdo de yaya Pabla ... Cuantas oscuras soledades habrá iluminado esta palmatoria !!
Me parece que en todas las casas hay una palmatoria aunque luego haya mil artilugios modernos por si se va la luz , pero una palmatoria es una palmatoria.
ResponderEliminarBesos
Me encanta leer tus entradas… ¡¡Todas, todas!! Llevan un toque de magia. Enhorabuena amiga.
ResponderEliminarMarisa, muchas gracias. Que me lo diga una asturianina que me tiene enganchada a sus relatos ... es un alegrón !!
ResponderEliminarChelo, tienes razón, donde haya una palmatoria que se quiten las pilas. La luz de una vela no vale para bordar, pero sí para soñar.
ResponderEliminar