En nuestra tierra es tradición tener en la bodega vino rancio cuya transformación se lleva a cabo en las cubas propias de cada casa, por eso su sabor es diferente ya que entra en juego el lugar, la madera, la clase de vino original, la cuba madre ... todo un ritual. Su sabor añejo sirve tanto para agasajar a un huésped, acompañar un postre, enriquecer un guiso y hasta como reconstituyente ...!!
Hace muchos años, D.Leopoldo, médico de Lanuza, recetaba un vasito de vino rancio para recobrar las fuerzas. Yo, le estoy haciendo a Marcos la tradicional novena. Todos los ingredientes son buenos así que el resultado no puede ser malo. Consiste en mezclar una yema de huevo casero, dos cucharillas de azúcar y un chorrito de vino rancio, eso durante nueve días para recuperar el apetito ... le sabe bueno y eso es lo que importa, medicina natural cien por cien.
Las cubas, tradicionalmente, se rellenan entre finales de enero y primeros de marzo, siempre en cuarto menguante y son tres los toneles que se utilizan. Primero, del más viejo se sacan las botellas del rancio necesarias y no se vuelve a abrir más, sólo una vez al año. Después, del segundo tonel se extrae el vino para rellenar el viejo. A continuación se completa el segundo con el de la tercera cuba y a ésta se le echa el nuevo de cosechero. En este proceso el vino se evapora y al final, dicen, que el tonel es un ladrón. Las botellas en donde se guarda son transparentes y con dibujos, estilo las de anís, para poder apreciar su color. Se sacan para la ronda en la fiesta y en cualquier celebración no puede faltar el vino rancio de la casa.
Ahora, las cubas madre las tenemos en Jaca. La bodega de casa se ha transformado en comedor ... sin perder su nombre original.
Yo también estuve investigando estos días y no puse nada porque sabía que harías los deberes, je, je. Sólo puedo decir que el de tu casa tiene que reconstituir a la fuerza, porque el primer sorbito que le di me saltó las lágrimas, pero ¡qué bueno está!. Ya me he aficionado y le doy un tiento cada día, poco, eso sí, para que dure y no terminar en vinorancios anónimos. Ahora que el peque se está durmiendo voy a darle un sorbito, ya que estamos.
ResponderEliminarEsa novena que cuentas del vino rancio, ya de chiquilla me la hacía mi madre por ser muy mala comedora. Los resultados de entonces, no se cuales fueron. Pero yo creo que el resultado llegó después de muchos años ¡¡Cuando ya no hace falta…!!
ResponderEliminar¡ Guardame un vasito de ese vino para cuando vaya por Lanuza !
ResponderEliminarSaludos.
Y ojo como bebes mas de un vaso......jajajajaaja
ResponderEliminarMi madre también me hacía cosas de esas, encima con gallinas de casa que habría huevos a trompón, pero sin vino. En lo que sí había vino era en aquellas tajadas de pan vino y azúcar ... lo que hacía el ingenio !!
ResponderEliminarBueno Paz, ya verás que fuertota te vas a poner. Una vez me puse enferma y la abuela me traía un dedo de vino rancio al día para que me restableciera y decía: "come detrás esta galleta para que el médico no lo note" ... Madre mía!!
ResponderEliminardivven, en las rondas no hace mal porque se come también, pero las botellas van que vuelan. Nosotros este año sacamos diez para la ronda, así que más de un vaso se bebió alguno !!
ResponderEliminarFaustino, la mayor alegría sería poder beber juntos un vasito de vino rancio en la bodega.
ResponderEliminarMi padre lo hacía también con huevo, azúcar y Sansón, que era el vino en el que mi abuelo me dejaba mojar una galleta si espiaba a mi abuela y le decía a él dónde lo escondía.
ResponderEliminarlas mejores recetas son las de la abuela, pero engordan.
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