El paseico

Estaba yo sentada dentro del patio esperando a que bajara mi hija, cuando he visto emocionada una escena. Una cuidadora ha preparado una silla en la acera, entre sol y sombra; ha traído a un abuelito apoyado en ella y con todo cariño le ha ayudado a sentarse. Lo que me ha emocionado hasta lo más hondo ha sido la reacción del abuelo: le ha cogido el brazo a ella y se lo ha acercado a la cara con un gesto de ternura y agradecimiento que me ha hecho saltar las lágrimas. No es habitual ver en la acera una silla con su almohadón y todo, pero esta cuidadora especial ha visto que allí era tan buen sitio como cualquier otro.  

Los glacis de la Ciudadela reciben a los grupos de gente que se tumban sobre su alfombra verde, para tomar el sol, por las tardes está lleno.

Y ... cogemos el camino estirando los ojos hasta el horizonte navarro.

Por la sombra y entre flores repetimos las pisadas de ayer, ... dice mi hijo que  terminaremos haciendo un surco. Lo cierto es que mi rodilla se ha desencasquillado y vuelvo a andar con seguridad. 

Me he asomado al camping de la Victoria y hoy está tranquilo, ayer domingo si que se oía barullo.

Que barandillas naturales más bonitas !!

De vuelta a casa calienta el sol sin compasión, pero ya era hora que lleváramos el polar en la mano, aún así corre un airecillo que al final de la tarde será airezón, como todos los días.
-Esta mañana he conocido a Angelines (tocaya) seguidora del blog que me ha dado mucha alegría-