Cuando las ovejas llegan a Lanuza, después de pasar el invierno en Huesca, ya se puede decir que entra el verano. Felices con sus corderos y sin saber lo que les espera (como a nosotros), pero disfrutando de la fresca hierba y de la libertad más absoluta. Todo tiene un punto final pero nadie podrá negar que estas ovejas no tienen calidad de vida, seguramente más que algunas personas.
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