Ayer fue el día fijado para bajar la leña cortada. Chano, con su tractor y el remolque lleno, hizo cuatro viajes. A las 9 de la mañana marcharon los cinco provistos de motosierra, astral, agua y la mochila con un pequeño botiquín, la bota de vino, un poco de almuerzo... Javi subió también con la moto. Primero cargando y después descargando, a los dos viajes ya era la hora de comer. Ya estaba nuestra leña en la era. Comimos en la Escuela con todos, unas migas que hizo Marino, sopa de pescado y pollo de Esperanza que guisó Eugenio y yo preparé un postre de galletas en una tartera de tierra grande, además melocotón con vino, café y copa quien quiso. A continuación volvieron a la Selva, a por la leña de Juan-Miguel, otros dos viajes y hoy están bajando la de Fernandina, Paco y Matías.
Lo mejor de estos trabajos es que no hace falta pedir ayuda, van todos unidos, incluso los que no han cortado leña este año, echan una mano. De forma individual sería imposible y en cambio, así, es casi un día de fiesta.
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