He plantado, como todos los inviernos, ocho pensamientos. Son el mejor termómetro, cuando me levanto por la mañana ellos me dicen si ha helado mucho, porque en este caso están acurrucados, pegados a la tierra... pero cuando llega el sol empiezan a levantarse como animalitos y sus flores vuelven a abrirse como abanicos y no recuerdan el frío que han pasado por la noche. Ahora son pequeños pero en primavera se ponen preciosos... y es entonces cuando se quedan aquí, esperando que "un alma caritativa" les dé de beber, de vez en cuando, sin exigencias...aguantando hasta que el calor es demasiado fuerte para ellos, porque nosotros, entonces, cambiamos de valle y al igual que las golondrinas volvemos al nido, a Lanuza.
Mi abuela era muy amiga de experimentar en la cocina y con las plantas. Una vez injertó pensamientos en una planta de geranios, o al revés, no sé seguro, y le salieron unas flores preciosas, pero las tuyas no se quedan atrás. ¡Vaya contraste el invierno de fuera y la primavera de la ventana!.
ResponderEliminarEse injerto si que es curioso, que inquietud la de tu abuela!!! Estas son pensamientos a secas pero te aseguro que hay flores todo el invierno y luego, en primavera, se ponen preciosas. De todas formas tienen lo principal, mucho sol.
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