En estos momentos llueve con muy mala traza, pega en los cristales, es aguanieve. Acabamos de saber que toda el agua de aquí, es nieve por arriba. Hoy hemos subido a Lanuza y ya borrasqueaba, a pesar de lucir el sol, las puntas de las montañas ya estaban tomadas por negros nubarrones. Al llegar a Jaca ya llovía con un fuerte viento. Cruzando la plaza de Biscós, sujetando el paraguas para que no se diera la vuelta, me he dado cuenta de lo grande y desangelada que ha quedado después de las obras. Ahora hay un aparcamiento subterraneo, muy necesario, seguramente, pero la plaza ha pasado a ser algo grande sin mas. Antes estaba el famoso templete desde el que se exponían la reliquia y todos los mantos de Santa Orosia, el día de la fiesta mayor, 25 de junio. Lo tiraron y fue sustituido por el monumento a la Jacetania, de Angel Orensanz, tampoco se entendió bien. Ahora sacan la estatua, de hormigón y acero, y la llevan a un lugar apartado con el que no está de acuerdo su autor. En fin, que la plaza de Biscós, centro de actuaciones tradicionales, muy tradicionales, se ha quedado, nunca mejor dicho, lisa y llana. A pesar de todo, D. Victoriano Manuel Biscós, alto cargo del Cabildo y que donó el Cristo de la Catedral, se sentiría orgulloso de su plaza, porque sigue siendo el centro de multitud de actos.
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