CONFESIONES de una exfumadora.

La compañía mas grata para un fumador es su cigarrillo. A partir de eso vas por la vida como una moto, ese humo que entra por tus venas te da una energía difícil de comparar con nada, estudias, trabajas, piensas, estás alegre, si estás triste te consuela, te da seguridad ... no te engordas! ¡Pues claro que cuesta dejarlo, y mucho! Tiene que haber un motivo y estar totalmente decidido. Yo fumaba Ducados porque el rubio no me sabía a nada. Cuando me casé, a mi suegra no le gustaba eso y yo fumaba a escondidas. Para mi era un aliciente más, el otro era coger el coche y cada jueves bajar a ver a mis padres. Para nada estaba dispuesta a renunciar a ninguna de las dos cosas, que eran sinónimo de libertad para mi. Nacieron mis hijos y entonces es cuando YO tomé la gran decisión. Me costó una recaída, solo una, pero lo logré con voluntad y firmeza ... yo digo que las dos cosas las gasté entonces y ya no me queda nada. Hace más de treinta años y ni me molesta el tabaco ni lo deseo. La conclusión a la que voy es que, para dejar de fumar, hay que hacer un pacto consigo mismo y que nadie te lo prohiba. Que cada cual encuentre su momento y que no se sienta un apestado... ¡Jolines!