Los últimos caracoles que cogimos en Lanuza fueron a la caracolera y se quedaron en la bodega. Llegó la hora de marchar a Jaca y allí seguían, los pobres. Bajaron con nosotros y fueron a parar al trastero. Hoy nos los hemos comido. Esta mañana se estiraban en el agua caliente, se notaba lo buena que les sabía y han muerto dulcemente, no se han enterado de que esa bañera tan agradable era... una perola !! Con ajaceite estaban muy buenos. Esta noche ha ocurrido algo raro, la jaula con los periquitos está colgada en la cocina y tenía la caracolera en la encimera con un poco de agua, para que se fueran despertando, pues, de tanto en tanto los pájaros se asustaban y saltaban moviendo las alas, como si quisieran escapar ... He sacado la caracolera al pasillo y se acabó el terror... Qué habrán escuchado desde la jaula para sentir tanto miedo !?
Pues tú dirás que no te gusta la cocina, que te vas a lo rápido y a lo fácil...pero a mí con tu blo me entra un hambre... Y lo de los periquitos da que pensar, la verdad, y quita las ganas de comer caracoles, y mira que a mí nada me quita el hambre, yo los disgustos los soluciono con un bocadillo de jamón, ya ves tú.
ResponderEliminarNo hay revés que no se pase con un bocadillo de jamón o un huevo frito.
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