Espantabrujas

Existía la creencia de que las brujas entraban por las chamineras o chimeneas de las casas (que suelen ser de forma cónica pero en Lanuza son cuadradas), y para asustarlas se ponía y se sigue poniendo, una figura en la punta, aún así y para reforzar más la defensa, por la noche antes de ir a dormir se dejaban las tenazas encima de las brasas, totalmente abiertas en forma de cruz y se marcaba otra con las cenizas. También se protegía la puerta de la casa colgando algún amuleto, como una pata de jabalí o una garra de águila.
Antiguamente, todos los males que ocurrían se atribuían a las brujas: enfermedades de personas o animales, agriar el vino del tonel, provocar una tronada ... cualquier desgracia.

En el Pirineo, uno de los peores males que puede haber es una tormenta, también las lurtes o aludes de nieve y como creían que era culpa de las brujas, en los pueblos existía el esconjuradero, que estaba al lado de la iglesia; tenía un altar en el centro y cuatro arcos abiertos a los cuatro vientos, desde allí el cura esconjuraba las tormentas cuando se veía peligro de pedregada.

Se guardaban las velas de la Candelaria o los cirios del Monumento de Viernes Santo, para pedir protección al encenderlas durante el año.

En el Valle de Tena hay muchas leyendas y sucesos relacionados con las brujas, pero yo quise saber preguntándole a la abuela Orosia y se  enfadó, por lo que deduje que habían sido historias desagradables y tristes que habrían dejado un poso de tragedia, me quedé con las ganas.