Caminatas.

Marcos, Antonia y Jesús. (No importa la calidad de la foto)

Marcos, desde su anticipada jubilación por enfermedad, una vez asumida duramente, era feliz con el palo, la gorra, las chirucas, los amigos y un camino para andar. Subir al Frondón, ir hasta Panticosa, dar la vuelta al pantano, subir por la Selva ... lo que fuera, cada mañana salía de casa contento, con Jesús de Portolés su amigo de toda la vida, y volvía silbando; en el banco de la puerta compartía con quienes estuvieran cerca su porrón de vino y una "hostieta" de jamón, poco, para no engordar! Además, comíamos con puntualidad francesa. Cuando el reloj de la torre daba la una ... la comida estaba en la mesa. Luego se recostaba en el sofá del "cuarté" para "ver las noticias" y más tarde aún le quedaban ganas de acompañarme hasta la presa, ir a pescar o arreglar alguna cosa que siempre había en casa o en el pueblo.

Cuando llegaba la primavera, el cambio de hora y el buen tiempo .. ya empezábamos a pensar en subir a Lanuza y en abril ya estábamos allí fijos hasta noviembre. Nos caía nieve, fríos y de todo antes de que entrara definitivamente el verano, pero no había lugar en el mundo en donde pudiéramos estar más a gusto que allí. Durante cinco años, tan solo las frecuentes visitas médicas nos hacían volver a la realidad, pero su calidad de vida fue inmejorable y sobre todo feliz.

Esta primavera va a ser muy diferente!