Esta tarde he podido llegar hasta nuestro huerto, la rodilla se ha portado bien.
Está muy cerca, al otro lado de la Ciudadela.
Da mucha satisfacción verlo cuidado y atendido cuando ya no lo podemos trabajar nosotros mismos.
Fue la vida del abuelo Melchor, no su entretenimiento, no, era realmente su vida. Al bajar de Lanuza él quería un trozo de tierra donde pudiera cultivar patatas, tomates, judías ... Se pasaba allí las horas, orgulloso de tener el huerto más bonito de los alrededores. Después seguimos nosotros, Marcos por las tardes lo cuidaba con el mismo afán de su padre, yo tenía muchas flores, iba con mi madre y mientras ella se sentaba en un banco del paseo, a la sombra, yo las regaba ... ¡Pero si hace ya un siglo de todo esto! ... El huerto sigue dando muy buenas hortalizas porque lo trabajan bien. Pero para mi ... está vacío !!
Recuerdo con que afán cogía yo fresas para que Marcos las subiera el sábado a Lanuza, cuando se juntaban todos a trabajar en la reconstrucción de la iglesia !
Decimos que el tiempo pasa deprisa.
El tiempo es siempre el mismo, pasamos nosotros.
Yo no sé si pasa el tiempo, Angeles o pasamos nosotros...Pero sé que ambos caminamos muy deprisa.
ResponderEliminarEl Huerto está muy bien cuidado, aquí este año vamos muy retrasados. Me alegra que la rodilla te de un respiro de vz en cuando.
Un beso.
Lo tenemos en muy buen sitio, el agua de riego abundante y el señor Francisco pone mucho interés.
EliminarCuántos bonitos recuerdos han quedado en ese huerto, que se ve muy bien cuidado.
ResponderEliminarMe alegra que estés mejor.
Un abrazo.
De repente la vida deja caer el telón y ya son todo recuerdos. Gracias Rafael. Besicos.
EliminarEs un huerto precioso. Así da gusto tener las cosas. Un abrazo.
ResponderEliminarY la verdura es mucho más buena. Besicos.
EliminarAprovechemos el tiempo, para los amigos, para hacer el bien amiga...
ResponderEliminarYo no se si lo que pasa es el tiempo o nosotros...pero lo que si se es que cada segundo es importante...
Este recuerdo que hoy nos traes es muy emotivo, Marcos no está y eso duele, no se curan heridas así..pero piensa cuantas personas te queremos amiga...y mira que Marcos allá dónde esté será feliz de verte a ti entera y de ver lo que todos te apreciamos...
Tu rodilla mejora, veo un huerto precioso, buenas vibraciones...
Cielo, no entristezcas...
Besos.
Las vibraciones son buenas aunque a veces sean tristes, Remei. Besicos.
EliminarHola Trimbolera. Paso por tu precioso huerto desde el pueblo de Rafaela. Vallekas no es tan inmenso ni grandioso como tu Pirineo, pero es mi pequeño mundo. Hace años estuve en Sabiñánigo y me recorrí un poquito la zona. Preciosos los valles, las montañas, los pueblos... Me quedo por aquí porque me ha encantado tu blog. Un beso.
ResponderEliminarKoncha, me alegro mucho de que hayas estado por aquí. En el sitio donde vivimos construímos nuestro mundo y es el que queremos, cada lugar es diferente con sus ventajas e inconvenientes. Tienes que volver, eh?
EliminarEl huerto precioso, dan ganas de acercarse, no a trabajar, ya que yo no aguantaría ni cinco minutos, pero si a ver y oler esas maravillosas flores y frutos que seguramente dará. Y porqué no? yo también recuerdo que mi padre tenía un huerto en Zaragoza en el que se criaba de casi todo y nos acercábamos muchos días a entrecavar, plantar, regar y recolectar todo lo que el huerto nos daba. Me alegro que la rodilla se vaya portado bien.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo creo que todos los de nuestra generación sabemos lo que es entrecavar y posiblemente los de la próxima lo tendrán que aprender!
EliminarEl abuelo Daniel (mi suegro), tenía su huerto muy cerquita del vuestro. Yo iba muchas tardes con los niños y nos lo pasábamos muy bien cogiendo tomates, judías, viendo los conejos e incordiando más que ayudando, porque en cuanto llegaban sus nietos, la principal ocupación del abuelo, era que se lo pasaran bien. Conocíamos a los vecinos de todas las huertas de alrededor y seguro que en alguna ocasión veríamos al abuelo Melchor.
ResponderEliminarCuando urbanizaron el llano de Samper, la huerta desapareció bajo las calles y bloques de apartamentos.
Cuando voy a Jaca, me gusta pasar por allí, a la vez que doy una vuelta por el Paseo de la Cantera. ¡Está todo tan cambiado!
Pero aunque hace ya tanto tiempo, mis recuerdos de aquellos días felices siguen presentes.