Podando artos

Esta mañana cuando ya calentaba el sol he cogido una mochila, he puesto dentro las tijeras de podar y una manzana. El camino me ha recibido más amablemente que el otro día porque no me he cansado nada y la subida a Sarratones me ha parecido más ligera. También puede ser que la ilusión de querer hacer lo que tenía pensado me haya puesto alas en los pies. El camino de entrada al campo se estaba poniendo lleno de barzas y he decidido remediar esa invasión. Recuerdo cuando nos revirtieron las fincas, las panzadas que nos pegamos todos para limpiarlas de artos; en este trabajo colaboramos todos, abuelos, padres, hijos, crios ... Ahora es cuestión de ir manteniéndolos un poco a raya. No les he dicho nada a mis hijos hasta que ya estaba hecho, para que no me griten. Estoy muy contenta porque el camino ha quedado limpio. Me apetecía mucho volver a estar con Marcos, solos los dos, como hace unos años cuando subíamos. He sentido su mirada y esa sonrisa suya con la que me abrazaba desde la otra punta del campo. Le echo tanto de menos !!