Se siente feliz y contento de su libertad, es la misma sensación que siento yo al poder estirar la vista por encima de nuestras montañas, una mitad caballo y otra mitad ave. Seguimos teniendo en nuestros genes una poderosa fuerza nómada pues, aunque vivimos inmersos en el sedentarismo con la mirada clavada en la tierra que pisamos, también necesitamos galopar y volar ... con la imaginación.
Bonita reflexión. No debiéramos perder esa conexión atávica con la naturaleza aunque, según me temo, el ser humano la tiene demasiado oculta. Saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos.
EliminarCo esos paisajes es fácil galopar y volar. Lo hago yo también con mi imaginación desde aquí.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo.
Pero tu vuelas de verdad, eres muy viajera. Besetes.
EliminarLa mitología trimbolera está poblada de señoras con greñas a las que cabe añadir algún que otro ser de carácter diferente como este ser fabuloso mitad caballo que aquí se cita. Los mitos trimbo, siempre sorprendentes, raramente permiten que una se acomode por mucho tiempo. Lejos de ello, y aún cuando caminar se haya vuelto una aventura incierta, le invitan a ponerse en contacto con su espíritu nómada. Quien esperaba seguir sentado después de adentrarse en este bosque, no quede confuso con aquello que pueda acontecerle. Si aún no trota o no ha despegado ya, espere a la última entrada... y ya me dirá.
ResponderEliminarNo me hagas reiiiiir !!!
Eliminar¡ Que precioso el caballo y el paisaje. Besos.
ResponderEliminarPor esa carretera subió la Vuelta Ciclista el año pasado. Besetes.
Eliminar¡¡Que foton!! Me has dejado tieso.
ResponderEliminarPreciosas palabras e imagen.
ResponderEliminarLa imaginación nos lleva adónde queramos.
Besos