Calle Huesca |
El buzón paciente y sereno se queda muy olvidado. Atrás se pierden los tiempos en que recogía toda clase de historias, entonces era impensable que un wasab extraño le arrebatara el puesto de una forma tan desalmada. Añoro los días de incertidumbre que pasaban entre carta y carta, también añoro las postales de felicitación obligadas que intercambiábamos las familias y, sobre todo, añoro aquel lazo de unión que ataba al remitente con el destinatario mientras la carta iba y venía ... deseo os encontréis bien de salud, nosotros todos bien por el momento ... Cartas de padres a hijos y de hijos a padres; cartas que traspasaban montañas, océanos, fronteras y guerras; cartas tan sagradas como testamentos. El buzón era como el nido de la paloma mensajera.
Por aquí creo que ya no quedan ni buzones.
ResponderEliminarBesicos.
Factura, factura, factura, reunión de venta de colchones, factura, factura, publicidad que deberían haber dejado en la vandeja para publicidad del portal, factura, factura del anterior propietario, factura, factura...
ResponderEliminarEl buzón tiene su encanto y esta lleno de recuerdos, de espera de esa carta de amor, de felicitaciones….Ahora todo es mas rápido por internet….pero queda la nostalgia de recibir cartas….Algo parecido a leer un libro en el IPad pero sin ese olor a papel e ir pasando las hojas…
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Añoro profundamente el escribir cartas. Las mías eran interminables y eran mi entretenimiento durante la adolescencia, cuando le escribía a mis amigas que se habían ido de vacaciones.
ResponderEliminarEl tiempo de espera en recibir las respuestas se volvía infinito.
Besos, Ange.
Escribo cartas desde niña. Todavía intercambio cartas con una amiga y, una vez al año, una larguísima con un antiguo compañero de trabajo. Echo de menos el intercambio de cartas con familiares que ya no están y me es inevitable acordarme de mi abuela materna, cada vez que veo un pájaro posarse en el alféizar de la ventana, porque según ella, esa era señal de que una carta estaba al llegar.
ResponderEliminarEn cordiales versos romanceados, los únicos de El rayo que no cesa, ensaya Miguel –nos referimos al poema Carta– dramáticas y humanísimas reflexiones sobre la comunicación epistolar. Con el teléfono y el ordenador hemos perdido el placer de escribir y recibir epístolas, pero por aquellos años de los trenes-correo y carteros voceando nombres en patios, cuarteles o trincheras, eran las cartas el pan del cariño en la distancia (Tus cartas son un vino), el vino apasionado y generoso:
ResponderEliminarCARTA
El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.
Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia
desgastados por el tiempo.
Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura,
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.
Era muy bonito recibir cartas de los abuelos, los tíos y los primos lejanos. Cuando nosotros contestábamos, mi madre nos mandaba a la estación de ferrocarril más próxima para que saliera la carta ese día y los familiares la tuvieran en sus manos antes.
ResponderEliminarAhora es todo muy frío.
Los más jóvenes no han conocido aquellas emociones.
Un besito
Conservo algunas cartas, y postales con muñecos infantiles felicitándome un cumpleaños, o paisajes desde otro lugar. Aun escribo cartas, le escribo a mi madre, aunque por la tarde no recuerda haberla recibido, escribo a mi padrino que no tiene Internet y a una amiga de mi madre y ella me responde. Un abrazo
ResponderEliminar¡ Que alegría cuando veía al cartero, para mí era una felicidad, recibir cartas de mí madre, del novio y amigas, ya no quedan cartas y siento pena. Besos.
ResponderEliminarQue bonitos, por aquí casi no queda más que en el recuerdo, besos
ResponderEliminarEs verdad, las cartas que llegas son facturas del banco, de telefono, de luz ... todo sustos, qué diferencia !!
ResponderEliminarDurante año y medio estuve escribiendo una carta diaria, aunque en ocasiones eran dos o tres. ¿Te imaginas donde estaba?
ResponderEliminarEfectivamente en la mili en Sidi Ifni.
Es una pena, al igual que supongo ya no hay cartas de enamorados, mi mujer aun las guarda sujetas por una cinta. En Navidad nos mandábamos tarjetones todos los amigos, y las exibiamos en el recibidor, luego, y también por economía, se ha reducido a lo mas intimo de la familia, y los nietos pidiendo estrenas.
ResponderEliminarAquí ni queda ninguno si hay que echar una carta se va a correos.
ResponderEliminarUn beso.