En el mundo jaqués omnipresente
musa, cordial, alegre y expansiva,
en todo y para todos expresiva
prodigabas sonrisas a la gente.
En la primera fila preferente,
máscara repetida y llamativa,
formando en procesión o comitiva
eras la figurante permanente.
Ya solos colgarán en tus armarios
los atuendos fanés y estrafalarios.
Con oración y lágrimas, Marina,
no comprendemos tu disfraz de muerta.
Cuando la primavera se adivina
se nos fue la Alegría de la Huerta.
Marina se sentiría muy honrada de que tú la recuerdes en tu blog. Cuando falleció, Juan Lacasa Lacasa, que fue durante muchos años alcalde de Jaca, le dedico el poema con el que la recuerdas hoy.
ResponderEliminarA ella le encantaba ser el centro de atención en cualquier lugar donde se encontrase. Siempre exageradamente pintada, con sus llamativos vestidos que ella misma se confeccionaba, con su habilidad para mantener conversaciones intrascendentes con todo el mundo, en sus incansables paseos por Jaca.
Era un ser sin pizca de maldad, alegre, sin temor al ridículo, que era feliz solo con que le dijeras lo guapísima que estaba y lo elegante que era.
Tenía su casa en una Huerta y desde que yo me acuerdo y a pesar de su carácter extrovertido siempre vivió sola.
Marina fue una verdadera “Reina del Carnaval”
Leída tu entrada y el comentario de Laura, ya se un poco mas de la historia, un buen recuerdo el que haces. Abrazos
ResponderEliminarBuen relato y recuerdo abrazos
ResponderEliminarAlgo debía tener que veinte años después las sigues recordando.
ResponderEliminarBesos.
Un lindo homenaje. Besos.
ResponderEliminarMarina no necesitaba invitación para estar la primera en todos los actos de la ciudad.
ResponderEliminarSer singularmente una misma, sin complejos, es algo singular, sin duda.
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