Estaba mi hija en Francia con una beca. Cuando volvió me trajo 10 bulbos de flor de lis, cada una de un color. Las sembré en el bación de la fuente, salió la primera de color salmón y la mirábamos con asombro de lo bonita que era, esperábamos que en los días siguientes saldrían las demás... Por la mañana se las habían comido las ovejas... todas!!!. Después empezaron las obras de los alcantarillados, se abrieron las calles y los escombros se amontonaron por encima del bación y por donde podían.
Cuando pudimos volver a poner flores, arreglamos el bación y las pusimos. ¡Que sorpresa al ver crecer una flor de lis! Era amarilla. Al año siguiente nació una mas, era blanca. A partir de entonces tenemos de los dos colores y los bulbos no se hielan en invierno. Las demás se perdieron porque yo no estaba cuando empezaron las obras, no pude recogerlas y tampoco un rosal que tiraron a los escombros, pero que Marcos pudo rescatar, plantándolo en la era hasta que arreglamos el corral, para ir a ocupar su sitio definitivo en el rincón de La Cuadra de Tomasé.
Ahora tenemos flores de lis por todos los jardines.
linda historia
ResponderEliminarMuchas gracias.
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