En Sallent hay un lugar muy soleado, protegido del cierzo y céntrico, donde se sentaban los abuelos de antes, para contar sus cosas y tomar el sol en invierno. Yo recuerdo a mi abuela, yaya Pabla, que tenía sus carasoles muy bien buscados y marchaba después de comer, con su cestica de mimbre en la que llevaba: "el devocionario" lleno de estampas y recordatorios, las gafas de cristales redondos dentro de una funda metálica, el Mensajero, dos manzanas reineta bien amarillas y nueces. No había calefacción en las casas y, en días soleados, el carasol era un lujo. El Mentidero, en Sallent, queda como testigo de una época pasada y además, contiene una maqueta preciosa de todas las portaladas de las casas y sus escudos, con los nombres de cada una.
En casa cuantas veces recuerdo a tía Pabla, pues de bien pequeños les enseñé a mis hijos lo que ella me había enseñado a mi de cría, "trus trus...", te acuerdas?. Y a ellos a veces les viene a la cabeza y me lo hacen repetir ¡con lo grandes que son! Pero me alegro que quieran recordarlo
ResponderEliminar¡Es verdad!Que ilusión mas grande me ha hecho tu recuerdo. A mi no se me olvida que, con lo miedosa que era ella, siempre me contaba historias de miedo, lo que hacía enfadar mucho a mi padre. El cuento de:"¡Juaaan de Leeeeraaa, que está en o guerto a perera...AGARRAMELO!!! Me hacía dar unos saltos de infarto y ella se reía bien a gusto.
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