Vamos controlando el avance de los caballos de Alfredo, ya tienen la mitad del campo recorrido, día tras día van apurando la poca hierba que hay. Se ponen todos en fila lo más cerca que pueden de la linea, mordisqueando alguna nueva brizna, de vez en cuando se encorren ... otros están tumbados. Este año tiene menos cantidad de animales. Hablando con Alfredo se nota lo mucho que le gustan pero no está contento del rendimiento. En verano, desde Lanuza, los vemos recorrer el Frondón tranquilos, disfrutando de un buen pasto, fresca agua y total libertad. Cuando los suben al puerto es un espectáculo precioso.
Una vez pasamos un fin de semana en una casa de pastores de unos amigos, en el Parque Natural de Redes, en los Picos de Europa. El coche subía por una pista forestal imposible con un precicipio que daba vértigo a la derecha y una montaña escarpadísima a la izquierda, de la que se desprendían unas rocas tremendas cuando llovía, como pudimos comprobar, daba pánico. Al llegar arriba había que dejar el coche y hacer el último trayecto a pie, pero era increíble, tuvimos la suerte de ver un urogallo (algo muy, muy difícil) y, por la tarde, escuchamos unos truenos que bajaban desde los picos hasta el valle en el que nos encontrábamos. Eran los caballos y yeguas que, al atardecer, bajaban a "dormir a casa". Impresionante.
ResponderEliminarHace dos años aún subí andando al Frondón, la montaña de Lanuza, donde están los caballos y venían todos corriendo si les enseñábamos un trozo de pan. El año pasado subimos en coche (no es lo mismo) y ya los habían bajado pero quedaba uno herido, cojo, que no pudo segir a los otros... ¡Que pena me dió y me da aún!
ResponderEliminarPues ver un urogallo es una cosa excepcional, por el Frondón vemos marmotas y sarrios.