Hace unos años, mientras Marcos pescaba en el embalse, yo estaba por allí haciéndole compañía. En una ladera del camino había nacido un pino, no tenía más de cuatro dedos, lo arranqué de raiz y, lo planté en el huerto. Ahora se ha hecho ya un joven árbol que preside el rincón de las flores.
Ya no está el pino. Un buen día lo arrancaron los que llevaban el huerto y eso me dolió porque nosotros lo cuidábamos con ilusión y no molestaba.
ResponderEliminar